En estos últimos días, tal y como estamos viendo, el tema del aborto ha cobrado fuerza. En redes sociales (al menos en las mías), han apareció (gracias a Dios) cientos de post en favor de la vida. Sin embargo, no es tarea fácil hacer conciencia de lo terrible que es el aborto y lo que supone de fondo. Aunado a esto, la desinformación que existe sobre el tema y lo visceral que pueden mostrarse los bandos a la hora de confrontarse, dejan un sabor de insatisfacción al observar los argumentos que apoyan dicho tema, y más desde mi caso que me pronuncio próvida, sobre los argumentos que se dan en contra del aborto.
Las confrontaciones a veces son
un tanto vulgares. Desde los que están a
favor, como en contra, llegan a mostrar argumentos que lejos de buscar dar razón
justa de lo que creen y sugieren, caen en el juego de ridiculizar al otro, y en
el peor de los casos, lastimar con cualquier argumento a quién no piensa como
uno quisiera.
Umberto Eco hace algo de tiempo
estaba espantado con esto de los medios de comunicación. Ya que profetizaba que
estos medios, darían la oportunidad de dar su opinión a una legión de idiotas;
tal es el caso, que aquí me tienen dando también mi punto de vista. Y ojo, no
le estoy diciendo idiota a un bando u otro sobre el tema que nos ocupa. Considero
que Eco tenía razón, porque desgraciadamente son pocos los que a la hora de
opinar verdaderamente reflexionan sobre sus palabras. A nuestras nuevas
generaciones se les ha hecho creer que su opinión es tan valiosa aun sin haber leído
tres páginas seguidas sobre algún tema, y que solo por el hecho de no pensar
igual que el otro, ya se puede debatir sin más. En verdad crear conciencia en nuestros grupos de jóvenes sobre el tema, necesitará mas que un par de guitarras y cantitos bonitos.
Por ello, lo que ahora escribo,
no busca más que ser una invitación a todo aquel que quiere expresarse en un
tema tan delicado. ¿Por qué el aborto es un tema difícil? Porque desgraciadamente
es un tema que tiene que ver siempre con sufrimiento, tanto del que lo sufre en
carne propia (el niño asesinado) como quienes los practican (las mamás de esos
niños asesinados). Si bien en un momento estas mujeres que han sufrido el drama
de un embarazo no deseado, sea por descuido o por violación, buscan alivio en
el aborto, tristemente terminan sufriendo más al paso de los años. Se busca
eliminar a toda costa el sufrimiento temporal, que no se piensa a largo plazo. Bien
se dice que en momentos de crisis no es bueno tomar decisiones, y menos cuando
se tiene un plazo de tres meses o más, según la legislación acomode, para que
esta decisión sea “legal”.
No me imagino la presión que han
de sentir estas pobres mujeres, y más cuando por todos lados se les quiere
hacer conciencia de que ellas son dueñas de sus cuerpos, y que no tienen por
qué sufrir. Y aclarémoslo, desde hace unos años para acá, el tener hijos es considerado
signo de sufrimiento, ya que atenta tanto a la propia libertad, como en el
sentido económico. Si casarse es algo temerario, traer hijos al mundo lo es aun mas. Se ha esforzado el
mundo por hablar de sexo, pero no de las consecuencias de éste. Tener hijos no
es algo rentable para los habitantes del mundo moderno. Y no sólo en los adolescentes
con libido precoz y tempranero. Conozco a varios matrimonios “por la Iglesia”,
que eso de tener hijos, no es prioridad y se ha de posponer lo más que se
pueda. La estampida del egoísmo afecta tanto a creyentes como no creyentes.
Sumemos a esto que nuestra generación
es una generación que no sabe sufrir. Desde luego que a ninguna generación le
gusta sufrir, al menos en un ambiente sano el sufrimiento no es algo querido. Y
lo que le cuesta entender a nuestra generación es que, aunque no nos guste sufrir,
eso no significa que el sufrimiento valla a pasar de largo. El sufrimiento
llega, y para sanarlo, no se puede recurrir a salidas fáciles. Recuerdo aquellos
spots televisivos de cierta congregación religiosa que tiene como lema “pare de
sufrir”, como si el ser cristiano, estuviera peleado con el sufrimiento, se
olvida que, si existe la esperanza, es porque existe la desesperanza; si existe
el alivio, es porque existe el dolor. Fórmulas de pronto incomprensibles pero
reales. Es sorprendente la capacidad que tienen nuestros jóvenes de formular
soluciones rápidas:
Si eres violada y quedas embarazada:
Aborta
Si eres inexperta y no quieres
traer a sufrir una criatura inocente al mundo: Aborta.
Si no quieres abortar: da en adopción.
¡Oh que dilema! los niños en un
orfanato sufren y merecen una familia: pues que las parejas homosexuales o
lesbianas puedan adoptar y se acabó el problema.
Y así, las soluciones parecen
siempre estar en la palma de la mano. Buscado con esto de los sufrimientos el
que se cree que es menor. ¿En dónde está el valor del sacrificio y la capacidad
de dar la vida por el otro? ¿Cuándo nuestra sociedad entendió que si algo
estorba tenemos que aniquilarlo o hacerlo embonar a la fuerza?
Debemos de entender algo, tener
razones no significa tener la Razón. Creer que el amor lo permite todo es una
falacia, cuando lo que predomina es el egoísmo disfrazado de “amor propio”. No quiero
por ahora tocar el tema del matrimonio en parejas del mismo sexo, pero tristemente
son temas que van de la mano, y que a la hora de abordarlos podemos caer de la
estupidez a la locura o viceversa.
Un mundo que no ama a Dios, y no
le hace caso, o aún peor, que quiere hacer un Dios a la medida, no puede
aspirar a nada bueno. Hoy Dios es visto con un ser benévolo, capaz de respetar
aquello que nosotros creemos que es amor, pero se nos olvida algo: el verdadero
amor que Dios nos ha enseñado, se dona, no destruye.; da la vida, no la quita. El
verdadero amor se funda en la verdad y no un en marco de mentiras bonitas y
sentimentales.
Por ello, demos razón de nuestras
creencias, desde la razón y el corazón. Entendamos que la violencia por
desgracia tiene bastante terreno ganado. Y que exponer con violencia nuestro
punto de vista, no hace otra cosa que generar más dolor del que ya existe. Suficiente
ganancia será entender que ambos bandos tenemos razones, pero cuando está de
por medio la vida humana, no podemos de ningún modo, guardar silencio. Ya que
como decía a madre Teresa de Calcuta: si no defendemos la vida desde el seno de
la madre, entonces ¿Qué impedirá que nos matemos los unos a los otros? Ojalá lo
entiendan nuestros jóvenes. Dios es amor, pero también es justo. Y en su
justicia pronuncia sentencia. El mandamiento es claro: No Matarás. Y aquel que
odia a su hermano, ya ha cometido un asesinato en su corazón. Aplicando esto
para ambos bandos. Mejor amémonos los unos a los otros como Dios y su hijo nos
han amado, aun cuando de pronto, no podamos ponernos de acuerdo.
Pbro. Alexis Gándara Tiznado
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