Una de las preguntas que algunos jóvenes
nos realizan con frecuencia a la hora hacer sus proyectos de vida, sobre todo
cuando se les hace la invitación a un proyecto de vida sacerdotal, es: ¿cómo
seguir anunciando algo que aparentemente ya nadie escucha? o en otras palabras,
¿cómo hablar de esperanza a este mundo tan difícil, tan violento, tan cruel? Y
es que no es para menos, muchos jóvenes viven situaciones difíciles en sus
casas, en la escuela o en el trabajo. Yo creo que esta pregunta del como
contagiar al mundo de esperanza, debería de estar en la cabeza de todos
aquellos que nos decimos personas y más concretamente Cristianos. El mundo
necesita de hombres y mujeres comprometidos verdaderamente con la vida y con
todo aquello que sea en favor de salvaguardar su dignidad.
Hace unos días alguien me preguntaba que si yo pudiera
ser un héroe, a cual me quisiera parecer. En el momento no mencione a alguien
en concreto, y es que son tantas figuras a lo largo de la historia que no supe
por cual decidirme. Hoy, pensándolo mejor, me gustaría mencionar dos ejemplos
extraordinariamente insólitos y tan poco recordados.
El primero es el caso de Wu Bin, un conductor de un
autobús en China, que al ir conduciendo con 24 pasajeros a bordo, recibió un
impacto de escombros de hierro que atravesaron el parabrisas y se le
incrustaron en el pecho. Todo apuntaba a que Wu Bin moriría y con él las 24
personas que estaban en sus manos; pero en un acto heroico, Wu Bin lograría lo
que muy pocos harían en los momentos más difíciles de prueba, conservaría la
calma a pesar del dolor, frenaría a tiempo y alertaría a los pasajeros de bajar
con cuidado para no ser atropellados. Wu Bin murió después del accidente, pero
todos estaremos de acuerdo en que vive en cada una de esas 24 almas. Dicen que
se puede reflejar en la muerte como es que uno vivió; su hermana mayor lo
describe así: "Él respetaba a sus padres y era un buen progenitor y un
modelo como marido" y nosotros podríamos decir que es un héroe, un héroe
silencioso que con su muerte nos enseña a respetar lo más valioso para nosotros
que es la vida.
Otro de los casos también recientes es el de un bebe,
en la provincia de Zhejiang también en China, este pequeño fue encontrado
atrapado en la cañería de un edificio de Pujiang, algunos escucharon el llanto
y rápido buscaron ayuda, el pequeño estaba en una cañería de 10 centímetros de
diámetro, tuvieron que cortarla y así poder salvarle; “está vivo” fue lo
primero que se escuchó de una voz de quien lo había salvado. La pregunta es:
¿quién salvo a quién? Este niño nos enseñó que para ser un héroe no se necesita
un cuerpo súper dotado, ni siquiera dinero o una gran capa, este pequeño nos
demostró que lo único que se necesita es aferrarse a la vida aunque solo se
pese 2.3 kilos y se mida 30 centímetros. Este pequeñín sin nombre, nos dice que
defender la vida, es más cuestión de coraje que de derechos, más que una
cuestión de respeto de la “pseudolibertad” de elegir de la mujer, nos demuestra
que ella no tiene la última palabra, que tal vez una madre no quiera tener un
hijo, pero a pesar de dejarle a su suerte, no es ella quien decide sobre la
vida de este. El héroe sin capa nos rescata del pesimismo de vivir, y del
atropello de dejarse morir ante las dificultades.
Como vemos, ser héroe es ser mensajero de esperanza;
es más que un reconocimiento, es un acto ante todo de amor; llevar esperanza es
más que hablar bonito, es testimoniar con nuestra propia vida o “muerte” que
estamos hechos ante todo para la vida, y pongo muerte entre comillas, porque la
esperanza, como Wu Bin, no puede morir, morirá solo en la indiferencia de
aquellos que no valoran la vida, morirá en aquellos que viven salvaguardándose
solamente a ellos mismos, tal vez este conductor chino entendía que no valía la
pena morir acompañado, que más valía morir solo, pero con las manos llenas de
vida, tal vez el pequeño sin nombre era tan joven que no sabía cómo morir, estaba tan vivo para demostrarle al mundo que
la muerte no tiene siempre la victoria como la sociedad lo grita en las
noticias o en los anuncios.
Cuentan que cuando lograron sacar al pequeño, este todavía
tenía el cordón umbilical. Tal vez no estaba conectado a un seno para
alimentarse, pero ojalá y nos preste ese cordón umbilical para que nosotros los
hombres, nos amarremos cada vez más a la vida de cada uno de los que nos
rodean, no le hace que pesen 2.3 kilos o menos.
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